Los objetivos del tratamiento del cáncer de piel son asegurar la curación oncológica, obtener un resultado funcional adecuado tras el tratamiento y preservar la estética del paciente lo mejor posible; las opciones terapéuticas incluyen la resección quirúrgica convencional, la cirugía micrográfica de Mohs (MMS), la radioterapia, la criocirugía, el curetaje, la electrodesecación y la terapia farmacológica tópica o intralesional.
La MMS tiene una mayor eficacia en la erradicación del cáncer de piel, asegurando la extirpación más precisa de los tumores, con el menor daño a los tejidos circundantes.
En cuanto al cierre de los defectos tras la escisión, existen múltiples opciones en función de la técnica utilizada y de cada lesión. Esto es de suma importancia ya que el cuidado del resultado estético mejora el atractivo facial y posteriormente la satisfacción de la autoimagen del paciente.