Cuenta la leyenda que en el paraíso de los
árboles de cerezo en Japón habita la grulla. Una
elegante ave de más de un metro de alto y
propietaria de un hermoso plumaje blanco y
negro que la destaca frente a sus otras
hermanas plumíferas, siendo inspiración durante
cientos de años para artistas de la pintura,
literatura y poesía.
Esta ave representa la paz, la felicidad, la buena
suerte, la protección a la familia y a los más
débiles. En la cultura japonesa se le asocia con la
lealtad y el honor, así como también con la
fortaleza.
Según una leyenda, esta ave protege a los
débiles con sus grandes alas y transporta a las
personas a los terrenos espirituales más
elevados. En Japón se regalan grullas de Origami
para desearle a una persona salud, felicidad,
bienestar y prosperidad.